San Eligio

Hace casi 1400 años, un joven pueblerino impresionaba en París al tesorero real, al construir dos tronos iguales para el rey de los francos Clotario II, con el material precioso que le habían suministrado para hacer uno solo.
Con ello, Eligio demostraba no sólo su talento artesanal sino también su profunda honestidad.

Bobbón -que así se llamaba el tesorero- no pudo menos que presentar al rey tamaño personaje.
El monarca, admirado ante las cualidades de Eligio (o Eloy, según derivemos su nombre), le dio un lugar en la corte, asignándole la dirección del atelier del palacio y la ceca de París.
En este último cargo tuvo bajo su responsabilidad que fueran batidas monedas (típicamente, trientes de oro), con la figura de Clotario II y sus dos sucesores.
Las características principales de las monedas de Eligio son, en el anverso, la imagen del soberano, y en el reverso, una cruz cuya rama vertical semeja un ancla invertida, por lo cual ha merecido el calificativo de ancorada.
Bajo la rama horizontal de la cruz, puede leerse en las mismas el nombre del protagonista de la presente nota.

La ceca de la capital francesa -conocida como la Monnaie de Paris y hoy convertida en museo- dedica un espacio para homenajear a Eligio y acuñó en su memoria medallas, como la que ilustra este artículo.
Pero no sólo el trabajo en metales y piedras preciosas sirvió para que Eligio pusiera en evidencia sus cualidades, sino que su amor al prójimo y su afán evangelizador –que le hicieron abrazar la vida religiosa- confluyeron para que el rey Clodoveo II lo nominara como obispo de Noyón.

Habiendo fallecido un 1º de diciembre, ese día es recordado en muchos lugares como santo patrono de los plateros y otros oficios y artesanías, lo cual se ha hecho extensivo a los monederos y... los numismáticos.

Carlos Alberto Graziadio

Publicado en El Telégrafo del Centro Nº 27 - Diciembre 2002

Petrus Christus - San Eligio orfebre (pareja burguesa con un orfebre, 1449). Metropolitan Museum of Art, Nueva York.